En medio de un gran hermetismo, amenazas de sanciones internacionales y en una economía colapsada por la inestabilidad política, la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia iniciará hoy con el régimen de Daniel Ortega negociaciones para buscar una salida a la crisis política.

Este martes, a menos de 24 horas que se comenzaran las conversaciones, en el ambiente había más preguntas que respuestas sobre cómo funcionará el esquema de negociación, los temas que se abordarían en la mesa, los planteamientos respecto a los garantes y mediadores, el equipo negociador por parte del oficialismo, entre otros.

En el sitio web de la Alianza Cívica fue publicado anoche cerca de las ocho de la noche un comunicado en el que adelantaron que “muchas de las interrogantes se irán resolviendo conforme acordemos la metodología y los tiempos de la negociación”.

“En la sesión de mañana tenemos como objetivo dejar claras las reglas de negociación” dice la comunicación colocada en el sitio de la Alianza Cívica.

Lo único claro es que por orden del régimen, no se permitirá cobertura de los medios de comunicación de las negociaciones, un planteamiento que tampoco habría sido refutado por la Alianza Cívica.

Las conversaciones entre ambas partes se realizarán en el Incae Business School a partir de las 10:00 de la mañana.

Hasta el cierre de esta edición se desconocía si Ortega asistiría al inicio de las negociaciones, tal como lo hizo en mayo pasado, cuando fue humillado por los estudiantes, que pidieron su salida inmediata del poder y le leyeron la lista de manifestantes que habían sido asesinados por las fuerzas de choque.

Lo que se sabe

NicaraguaTv logró conocer que la Alianza Cívica propondrá al régimen que el mediador del proceso de conversaciones sea el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, así como la presencia de la ONU, para garantizar la transparencia y el cumplimiento de los acuerdos que se desprendan de las negociaciones.

También se sabe que el jefe negociador de la mesa por parte de la Alianza Cívica será el doctor Carlos Tünnermann Bernheim, a quien lo respalda una vasta experiencia política y académica, además de gozar del respeto de la sociedad, incluso del régimen orteguista.

Se sabe también, por confirmación del vocero de la Conferencia Episcopal, monseñor Abelardo Mata, que los obispos ya no asistirán como mediadores, que fue su principal papel en el diálogo pasado. Ortega terminó de calificarlos como golpistas.

“El gobierno no tiene confianza en ella (Conferencia). Eso es claro, a ojos vista. Se pidió que solo se fuera en calidad de testigos, oír, ver, testimoniar”, confirmó el vocero episcopal.

Lo que no se sabe

No se conoce cuáles son los verdaderos motivos de Ortega para aceptar negociar o dialogar nuevamente en medio de una crisis sociopolítica en la que se le señala de cometer crímenes de lesa humanidad.

Tampoco se sabe si Ortega se hará presente en el inicio del diálogo y si moverá a todo un aparato de seguridad, que incluirá helicópteros de la Fuerza Aérea del Ejército, tal a como lo hizo el 16 de mayo pasado, en el inicio del diálogo que él mismo se encargó de terminar, cuando se negó a responder sobre la exigencia nacional que abandonara el poder a través de elecciones anticipadas y reformas democráticas.

El régimen aún no ha dado a conocer oficialmente quiénes son los miembros de su equipo negociador, aunque ayer extraoficialmente NicaraguaTv conoció -sin poder confirmar- que este estaría conformado por el magistrado Francisco Rosales, el canciller Denis Moncada, los diputados sandinistas José Figueroa y Wilfredo Navarro, Edwin Castro, así como Luis Andino, presidente de la UNEN.

Tampoco se sabe la agenda que Ortega propondrá en la mesa de las conversaciones, aunque él mismo expresó el 21 de febrero, cuando oficializó el regreso del diálogo, que lo más importante de resolver es el asunto económico.

Dictador forzado a negociar

La excongresista republicana Ileana Ros-Lehtinen, autora de la ley de sanciones contra la dictadura de Daniel Ortega, conocida como Nica Act, dijo que Ortega se ve obligado a dialogar ante el temor de correr la misma suerte que su aliado venezolano Nicolás Maduro, y descartó que el dictador pueda evadir las sanciones mientras en Nicaragua no haya elecciones libres y transparentes.

“Ortega está viendo la presión increíble que hay en contra de su aliado Maduro y se ve forzado a dialogar por miedo a que le suceda lo mismo. Sin embargo, el diálogo que está convocando debería ser solo un primer paso, acompañado de que cese la violencia y represión contra el pueblo de Nicaragua”, apuntó Ros-Lehtinen.

Analista dice que Ortega quiere controlar diálogo

El analista político Mauricio Díaz explicó que el hermetismo con el cual el gobierno está manejando el actual proceso de diálogo, alejado de la prensa nacional y sacando del rol de mediadores a los obispos, tiene un objetivo claro: mantener controlada la negociación.

“El hermetismo y el secretismo es propio de este régimen y lógicamente como en el diálogo de mayo pasado no les fue bien, entonces esta vez quieren instalar un proceso de negociación controlado donde los factores estén bajo su control, desde los interlocutores, para no soltar información”, sostiene Díaz.

El analista explicó además que los negociadores en la mesa del diálogo deben abordar los temas más sensibles que preocupan a la sociedad. “Si se van a sentar y se van a llevar a discutir tres meses, eso no le va a servir a nadie; entonces, el primer punto de agenda sobre la mesa es la liberación de todos los prisioneros políticos, la democratización del país y el tema de la justicia, se deben tocar los temas incómodos”, recalcó el analista.

Respaldo de Trump

Rafael Cárcamo, coordinador de la Diáspora Global Nicaragüense (Diaglonic), uno de los participantes en un encuentro con el embajador de Estados Unidos en Nicaragua, Kevin Sullivan, en la ciudad de Miami, y nicas-estadounidenses y exiliados, dijo que en la reunión se les explicó que la administración del presidente Donald Trump respalda de cierta manera el diálogo en un último intento de buscar una salida democrática, con justicia y sin derramamiento de sangre en un corto plazo.

Ese plazo pudiera oscilar entre treinta y sesenta días, máximo. En ese término deberían ser liberados los presos políticos, sin distinción, y determinar el adelanto de elecciones con la rigurosidad que se requiere.

“Hay tres puntos en esta negociación y de ahí no hay manera de salir: uno, la libertad de todos los presos políticos; dos, la libertad de expresión y de movilización, eso significa que la gente pueda volver a salir a las calles sin ser reprimida o que les disparen; tres, adelanto de elecciones. Son los tres puntos que lleva la gente (de la Alianza Cívica) a esa mesa. Obviamente, Ortega debe haber puesto sus condiciones, pero no las conocemos”, indicó.

Diálogo es “cuestión privada”

El diputado orteguista Jacinto Suárez, quien es del círculo cercano de la dictadura, se negó a decir ayer si el régimen accederá a que la OEA y la Unión Europea sean garantes en las negociaciones con la Alianza Cívica que se reanudan este miércoles.

“No te voy a hablar nada de eso (sobre los garantes)”, respondió Suárez. “Lo del diálogo hay que esperar, es una cuestión totalmente privada, hay que esperar que resulte y seguramente los ciudadanos están esperando buenos resultados, pero hay que esperar y dejar eso tranquilo”, dijo el legislador.

Invoca espíritus de Monimbó

La vicepresidenta designada por el poder electoral, Rosario Murillo, invocó ayer martes a “los espíritus grandes” de Monimbó  en su acostumbrada alocución de mediodía, para que acompañen el Diálogo Nacional entre el gobierno de Daniel Ortega con la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia este miércoles.

“Nuestros corazones, hermanados con las familias de esa gran comunidad indígena, originaria, recuerda a sus caídos e invoca a esos espíritus grandes a acompañar desde el cielo todos los esfuerzos que hacemos los nicaragüenses de buena voluntad, para que las conversaciones y encuentros que iniciamos mañana se desarrollen pensando en el bien de todos”, aseguró Murillo.

En Monimbó, Ortega desató durante lo peor de la crisis una brutal represión que dejó varios muertos y además mantiene encarcelados a varios habitantes de ese barrio histórico de Masaya.